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Muerte de Lisandro Ospina Baraya. 1993


Una víctima inocente de la guerra del estado y Los llamados "PEPES" contra Escobar, fue la de este muchacho inocente, Lisandro Ospina Baraya, estudiante en vacaciones de universidad, hijo de Mariano Ospina Hernández, que fue secuestrado por Pablo Escobar para presionar a su hermano Rodolfo alias "El Chapulín" para que no hablara más ante las autoridades gringas.  En un intento de rescate en Bogotá, murieron el y sus secuestradores.

Portada sobre el secuestro de Diego Echavarría Misas. 1971



AGOSTO DE 1971
La relación de Escobar con este secuestro y posterior asesinato del señor Echavarria no está probada.  Solo existen algunos comentario sueltos de Escobar, de sus lugartenientes como alias "Popeye" y la envidencia que si conoció al autor intelectual Alias "El mono Trejos", un delincuente prominente en la decada del 70, cuando Escoar era aun muy joven.

Aviso sobre informes del secuestro de Diego Echavarría. 1971

AGOSTO DE 1971
Los avisos desesperados que pagaban los amigos en la prensa (Los ciudadanos honorables de Medellín), desesperados por encontrar a Don Diego Echavarria.  Fue la primera vez que el gobernador ofreció una recompensa a los informantes.  De nada valieron los esfuerzos.

Asesinato de Diego Echavarria Misas. 1971



Septiembre de 1971
Pero pese a las buenas intenciones un mes después fue hallado el cadáver estrangulado de don Diego;  aproximadamente 50.000 dólares se pagaron en vano por su rescate.  Aunque nunca fue acusado formalmente, en varias oportunidades Escobar o sus segundos se jactaron de la participación del hombre en este trabajo que fue uno de los más resonantes de la época

Liberación de Roberto Mauricio Toro. 1990

ENERO 1990
Virgilio Barco, conciliador,  dijo que la posición del gobierno no era inflexible y que podría pensarse en un tratamiento menos riguroso a los narcos, aunque Bush no había sido tan generoso.  El mismo día en que se publicaron las frases del presidente Barco, “Los Extraditables” halagados, dejaron en libertad a Roberto Mauricio Toro, atado con una cadena en una casa de la avenida Nutibara de Medellín y con un mensaje que le tocó aprenderse de memoria para decirlo en los medios y dirigido al presidente norteamericano: "El gobierno debe dialogar.  Si no creen en la palabra de los narcotraficantes, entonces ¿por qué negocian con ellos, y porqué los ponen a atestiguar en contra de otros sindicados?".